Edén-sicracia

Esta rosa necropsia que florece

en un aullido de estambre;

que fétida rasga con su verdinegro.


Observar como ahuyenta del vergel

a las abejas, reinas de la nada.

Yo que soy la mestiza en una reunión

de dígitos 

sobre cunetas dormidas.


Nace hiriente y rompe mi pecho:

berbiquí de despojo, 

poema sacudido por la plameta.


La visión del alma de los seres corruptos,

la perra malherida por el verdugo,

purga de inocencia

con la comunión de los pétalos 

convertidos en tramas del amo para un truco.


¿Quién desea cuidar a un animal viejo?


Que cuidó de la hacienda, 

y con el veneno de las ratas 

creo un muérdago de muerte y cal 

en su tumba.


El hueso del tuétano del bosque

en mi coraza donde germina la noche sempiterna.

La caricia del amor sumiso y esta corrupta fetidez 

que ladra poemas.


Lluïsa Lladó



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