La nana para el hombre que no puede dormir

El duende nocturno
con su manto de caricias,
sobre tu lecho para dormir bendito.

La lluvia dibujando hacia el oído
el riachuelo que pisaba descalza
tu niñez de los nidos de guijarros.

El vaivén de la ensoñación
con la fase REM de tilde
para que cada músculo sea una hebra
frente a la brisa de la boca de los metros.

Esta nana que te escribo
con el hervor de todos los pétalos.
Esta furia de delicada plenitud
abriendo espacios a tu vigilia.
Del canto para que tu fatiga remita
como olas de toldos
contra la marea de los azulejos.
Duerme hombre. Cáliz y girasoles.
Duerme hombre. Romero y sal.
Con esta nana de luna.

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