La pena con sobrero azul

Una espiga de mi pecho
hurga cada poro
abatido por las alas.
En la acequia
cerca de una factoría petroleoquímica
de vertederos
y carros de súper con el vacío
de los cráneos. En esta niebla
de ortiga de carne y un dolor
metido en cada aro de vértebra.
Tú que escribes obras de albañiles zafiros
al moler el café con tus manos
de cemento.
Donde un abrazo puede salvar la vida
y te acostumbras a la bulimia
de las palabras de esta soledad
fingida entre el papel y el punzón,
como un cuerpo suicida
después de saltar al río.
Henchido de los dientes.
Frío de noche.
Amputado del amor que priva la dolencia.
Por qué de cuántas maneras
puede un alma morir.
Para recordar que llevas
sobre tu sobra una marca importada.

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