Equipo de salvamomento

En Santander había en un caladero
socorristas que entrenaban.
En la mediación gélida, a perros lanudos
a sostener suicidas
como la estrella que engancha el cielo.

La marejadilla no achantaba
ni a los mirones
que copiosos aplaudían el espectáculo.

"Un perro es capaz de salvar la vida".

Con la educación veleta
que no regatea la técnica del héroe
en el instinto que cuece,
igual que un bombero
de estriptis en una despedida de solteras frente al volumen instinto
capaz de socorrer al ahogado.

Supongo que somos perros de agua
que a través de la regata
nos guarecemos de la ingratitud
pinácula, del desdén, del hipertiroidismo
de flotar a la deriva.

El can salta. Y con pericia
te prende en la solución salina.
El alma tiende loba o hiena
a lanzarse al vacío de platos
y a veces te auxilia
quién menos te lo espera.







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