Mejilla de noche

Me besas en la mejilla
como un pasajero en lista de espera.
Impertérrito perro de cal.
Y mi boca se queda pelusa
en un teatro sin butacas.

Si supieras las veces que te he sido infiel
tus dientes de hiena
serían estalactitas de iguanas
que con la cobardía genética
cubriría de epílogos
las historias del bar.

Con el albañil
el día que se rompió la luna.
Con el carnicero
la noche que dejamos en la nevera
el pescado desangelado.
Con la chica de tus películas perno,
esas que visionas cuando
duermen las suegras.
Con tu hermano.
Con tu monstruo favorito.



Vil y despiadado prospecto
a la mesura de tus maniobras
de intermedio.
Peor que el ricino de uva.
La piel de las tiras.
La sal de mi lengua
que tiene restos del sexo
de los actores de cine
que habitan en el televisor.







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