Verano

Existe una hora de peligro
en la cual el sueño se lanza
horizontal a la noche.
Y te quedas de náuseas contraídas
en posición fetal
hurgando en la pared la luna
              que nunca osa
a saludar el silencio.
Algunos muebles en dilatación
y ruidos de verano
de domingo en puertas de la jauja.
Con tus duendes paralíticos.
Y hadas saliendo de la reunión
de los astenios que beben a escondidas
el vino que la vida ha deportado.

Anude de la soledad con dramas
como estaciones de tren.
Y las piernas cortas que se quedan
con el rastro de las hormigas.
Un tiempo de chupitos
y el atrevimiento de escribir la nota poética
de tacones escuadras,
de bragas con el elástico fofo
de un libro llamado "odio".

Nunca llega a descender de mi guerra
en la parada. Se queda quieta como un búho
con el cuello roto de los que se cuestionan.
El beber de la ciénaga
para morir de sed.

Un poema con cantos de pájaros.
Con la creencia del que reniega
vendiendo rimas
con olor a romero a cambio
de la fe en la quiromancia
de la catedral de Granada.
Con el poder espiritual
capaz de interpretar el son de un rap,
de cristales en la moqueta
y el baile de un verso bajo
la influencia del éxtasis.

En el insomnio
de los que duermen caminando.

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