Correcaminos

Hay palabras tan hermosas
que pierden el sentido.
Idas recorren
los silencios de los útiles.
Y se quedan como una montura de caballo
sin jinete.
Tal vez su galana
parezca un frasco de Lexatin
que ingerida florezca
en ojos botellas y respiración
neumática.

Qué cura más extraña
la terapia de un nombre.
No son más que reja de forja
con entuertos.
La dosis para el débil
que flota en medio de la piscina
en un hotel en Benidorm.
Un nido de chatarra,
de tapones y ramos azules.

Que bien suministrada
con la lengua y una boca avestruz
convierte la cima
ridículamente en meseta.

"Amor, estoy contigo"
"Nunca te dejaré en el combate"
"Ven, este abrazo de trigo no se compra pero tiene el oro más estúpido del Boulevard "

Palabrería poética
pero que el ser humano precisa
como un suero loco
que inyecta una razón
a esta carne
de agua.
Y de sequía.

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