Cal do de sopo r

Cae el sopor con las manos abiertas
en la ciudad de los árboles
que enjutos caminan hacia el angosto.
La gente se ha desprendido de la piel ropa
en ráfagas que salvan
el aliento en diminutos retratos de móvil.
Con la espera del ruido, la gesta y el éxtasis.
La lluvia parece el sueño de tu cuerpo
que en ovillo ara la psicomotricidad
del columpio amatorio.
Prende el fósforo
con la lengua eréctil.
Y mis senos, flores salvajes de amianto,
veranean sobre el torso de tu espalda
como un trapo al mástil plástico.
El olor de ti engrandece al poro del mar
en la degradación
de una bombona de butano,
con nuestros miembros descosidos.
Sentir que un milímetro
es un arrecife hacia tu boca.
Y acariciar la selva
como un coche sin frenos
esperando como un árbol
la tormenta de septiembre.
Porque el amor no cabe en un envase.
Ni en un "reality" de Verona.
Del querer por tus cuerdas:
las raíces de tu corazón a la sed.
Aunque ello suponga
esperar el ruido, la gesta y el éxtasis
como la primera gota de agua
en la sequía de los suburbios
del vientre.
Cae el sopor.
Y no es igual ver detrás de un cristal el amor.
Y no es igual ver dentro del tarro el amor.
Como una polilla frente a una mariposa reina.
Me quedo soga sonata
con el amargor de tus huesos.
Porque no soy de las que corren ante la ola.
Se encharcan y mueren de verdad.

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