Absurdo

Ayer vi la película Tokio blues.
Y hubo instantes con planos tan insulsos
que podía bajar la basura
y dar una vuelta a la manzana.

Los personajes quedaban congelados
en la pantalla y la clásica música ensordecedora con pretensión wagneriana de postal, hacía que una obra
fuese una pared maestra.
En los días de exterminio
La felicidad rezuma con mi mano
en una bolsa de ganchitos
y la sintonía de un capítulo de humor
de Mota.
No tienes ganas de pensar.
Sólo consumir el instante primario
que te libere del tedio.

Supongo que así fabrican
la hipersensibilidad.

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