Di luvio, luvio he dicho

Esta lluvia de humedad sobre la tersa piel
de los coches,
con la metáfora
de un paraguas arácnido
con su tetraplejia industrial.
Me sirve para enmarcar
el sentimiento del débil.
El temporal lo ha desnudado de su tela y
los medios escribirían de él
sobre la consecuencia de no ser
lo suficiente castillo para el viento.
Es extraño observarlo solo
en el contenedor cuando apenas
hace un segundo protegía del agua
y era asido con el cariño
que los ratones amamantan a sus crías.
Parece un poeta expuesto a la verdad.
Un artefacto en un museo
de arte moderno.
Mojado la lluvia lo máximo
que le puede acarrear es el óxido.
En cambio en la naturaleza
la rama amputada por la inclemencia
aún con la mella y el descalabro
puede enraizar en cualquier patio.
No todos ante la decadencia
tienen la misma móvil cobertura.
El paraguas tarántula.
La rama que a pesar de la herida
puede fraguar sobre el asfalto.
La vida de unos,
la vida de otros.

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