Sabotage

Tengo una lista
de cafés pendientes y el convencimiento
de que una parada técnica
te obliga a descansar de una forma extraña.
Nada es más importante
que el bienestar de la familia, de la gente que quieres
e incluso de la que no conoces.
La fanfarria ha quedado en una esquina del salón.
Y la poesía, desempeña la metadona que en el súper
luce como la levadura agotada, necesaria
para amasar los órganos.
Y sin ella, cómo puede subir el pan
que alimenta las pestañas, el timo y la barriga.
No se trata del espíritu de saldo. Sino del que aún
en la miseria de los otros encuentra
ganancias y se llena la boca de lombrices.
El miedo a que no podamos cumplir
con lo prometido.
Y buscar la respuesta de mover el coche
sin combustible.
En el verso lo aparco con infracciones
o como manda el código.
Pero, en la realidad, por mucho que el entrecejo
apriete, no circula con la sangre, el oxígeno...
No existe país para emigrar.
Y considero que ser benevolente
engañará a una existencia que sin jornal
será un automóvil con una pegatina
de embargo en el peaje.

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