Botón de madera de arce

Me levanto a diario con el desdoblamiento de las páginas
y una dualidad que articula
momentos heroicos con otros de pesadumbre.
A ratos envalentonada, a ratones quieta.
Bajo las sábanas de Primark, una neumomia que
abre sus ojos en el mausoleo para negar
esta realidad cicuta y beber de su jarra, trago a trago.
El cansancio de subir picos
que siente este hueso
y sin embargo, no rememora cuál es el atajo que
lleva a los montes.
La propulsión de borrar las cifras
para ilusa cocinar viandas
que ya no probarán la boca de los muertos.
Izo el árbol de este sistema
y elevo la música de la radio
para no oír como llora (muerde) el mundo.

Positiva, añadidura de aceite en las bisagras.
Riego las palabras para que florezcan
geranios sobre las piezas del baño.

Negativa, alquitrano el gotelé de las paredes,
rompetechos, almidón de la lágrima
como un aguijón en la glotis.
La abeja muerta en el patio.
El canto de las cañerías.
Y comprendo que el zoo debería estar prohib-ido.
Alzo el ramaje.
Y todas las cucharas se adhieren
a esta viga imantada de aflicción.
De árbol perenne o caduco
según muestre el cielo su meteorología.
A ratos envalentonada, a ratones quieta.
Como un botón que pende del abrigo
y se niega a caer.
"Amor y dolor" Edvard Munch (1895)



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