Diapasón

Prometo viajar de nuevo
donde la vid prospera en los parrales.
Nadar lo suficiente para devolver la perla
que robé del arrecife.
Sí, me absuelvo, amorfa de penitencia,
de todas las calles que crucé sin permiso.
De andar al revés, de no recoger del tendedero
la sábana del firmamento y sacudir sus estrellas
contra los bares de copas,
para mis adentros arrojar poemas etílicos.
Seré mejor que nunca. Y en el amor jamás.
-¡Ay de mí!
Cuántas misiones en un cuarto
con una mesa de cuatro patas.
Perdonar, bueno...ahora todo es permisible.
Me disfrazaré de hipocampo.
Y saldré al acecho de las salamandras.

Aún, en este globo, quedan libros por leer
e igual que un roedor explora las cañerías,
no me cansaré de exclamar:
-Te quiero.

Dejaré la lectura cuando el ánimo
esté sosegado, a la hora brújula,
durante estas vacaciones de granja.

La duda entre Lorca y Machado.
Cocinar tres veces un "mancho y limpio".
Y tricotar, como Penélope neurótica, con lana invisible
la luz final del túnel. Girar la página, besar sin mesura.
Visitar a los que se quedaron
en nuestros bolsillos pequeños.
Perdonar, bueno...aunque no lo merezca.

Comentarios

  1. ¡Qué bonito Lluïsa! me gustó mucho leer esta poema.Yo también ando tejiendo este encierro, ovillos inexistentes, jo.
    Es verdad, tienes razón, siempre es mejor perdonar aunque no lo merezca ;)
    un abrazo enorme, corazón

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    Respuestas
    1. Qué alegría saber de ti Mayde.
      Ahí todos andamos tejiendo una red invisible...Y perdonar qué difícil tarea pero qué gratificante cuando lo conseguimos.Sobre todo si es a uno mismo.

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