Runrún

Has regido alguna vez la maraña en que tu cuerpo
se ha vertebrado. Del nudo de horquillas y aranceles
que con este ventaval vibran como voces,
desde la lejanía del órgano. Una, las deposita
en cartas, las engulle como un pez a su presa.
Y se alivia con el bálsamo de la tarde
con chaqueta de otoño,
con el río de la gente de corazón escuela.
Se cubre la herida con la ternura
de los gatos cortinajes amando a los torbellinos de aire.
Porque mirar a los ojos de las personas
nutre como un libro a una niña o a un aula.
Del que llora la emoción
y conversa de los susurros de las verjas.
Tal vez no sea un paseo por Maldivas,
ni el cortejo despeje de la miel aparatosa
que frenética confunde.
La calle huele a flor de azahar, y he olvidado el ruido
para compartir la hogaza.
al sacar este pan de dentro y cuajar
una ciudad (mi casa)
de habitantes cometas.

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