Reservado espacio.

Los expertos afirman la imposibilidad
que dos entes
amarse puedan en la distancia.
Pero, esta escribadora se atreve
a cuestionar la teoría que impide
que los cuerpos vinagres accedan al amor.
No es un acto de fe leer,
el contemplar las estrellas,
con la gratitud del que no puede llenar
los bolsillos de dinero.
El quedarse en casa,
o cruzar la ciudad antes que los unicornios conquistaran los sueños,
escuchando a personas
que se ofrecen desinteresadamente
a compartir la hoja de la lechuga.

Estoy tranquila en medio de la guerra,
porque tengo la firmeza de amar a mi familia,
a los dedos de mis pies,
a las bibliotecas del mundo, a los animales;
sin la necesidad del abrazo.
Con el arroz que me acompaña en este compromiso miel
de empezar de nuevo, como cuando una vez ya lo hice,
con la casa deshecha de naipes.
Siento, discrepar de la ciencia física,
de no poseer la necesidad
de ver la flor para oler su perfume.
Y os aseguro, que ese entrenamiento no fue fácil.
pero se sobrevive de la purga,
y a veces no cruzar el mar es su sinónimo.

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