Espíritus

Por la noche los fantasmas
se hospedan en los muebles.
En este hogar de ladrillos.
Serena aterriza la manta
sobre mi fondo de arena
con el pensamiento de que en mi mundo,
no existe la diferencia
entre una hecatombe a otra desgracia.
Hace tiempo que mi ombligo
es un túnel de niñez volátil,
bombas y argolla
con el dolor de la privacidad
melosa come uñas
y el sentido de no tener un rumbo.

Mi casa se ha vendido.
Mi sueño se crioniza.
El ojo que en somnolencia presagia
y sabe inerte que ya no es alcohol
sino bálsamo de lavanda.

Vivir sin vivir. No necesitaba extras.
Me gustaba la extradición caravana.

Mi casa se ha vendido.
Mi sueño tiene precio
con esta vigilia de espíritus que precisan almanaques.
Y una calle de perros intangibles de frutos.





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