Rosa y talco.

Los poetas somos gimnastas,
podemos ensayar miles de ejercicios
y hasta en la competición
aunque el tobillo se quiebre
debemos practicar
infatigables
la perfección útil.
No tiene un resultado inmediato:
lanza mazas lecturas,
gira cintas equilibristas bibliotecarias.
Escribe, escribe, escribe,
lee a partes iguales;
escucha, alarga el músculo facial y sonríe delante de la jarra espejo
como una diva
y llora a partes iguales.

Los atletas
de mallas rosas y talco en las manos,
grullas, la esbeltez de pajarera
ante la luz de los focos
de los aseos.
Somos el equipo olímpico
de las paralelas paralelos.

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