Sin título.

Tenía un modo bruto
de lanzar la granada.
Te arrancaba el corazón
y lo estampaba contra el muro
mientras su burla
era agigantada al dolor de branquias.

Pero, un domingo
cansada de tener un corazón
de cola de lagarto
que se regeneraba
para su aborrecido juego
saqué un alambre de plata
y le seccioné la yugular.
Allí mismo, entre las salpicaduras
secas de mi sangre
lo abandoné
de san gra do
por su ver bo rrea.

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