Ella era Yeti.

Ella, era una semilla
grande
que osé cobijar en mi puño
y se abrió
para asomar las vellosidades
en busca de la tierra

Ella crecía.
Y feliz vi como el fruto
creó más simiente
que planeaba por el aire
en cada uno de nuestros ojos
cuenca polaca
de agua de río.
Volaba Wislawa Szymborska
y poetas fuimos
con su partida.

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