Manos libres.
Cuando escucho tu sonora voz de poeta
tal vez no ose a expresar que piense en tus labios.
Se quedó el gallo de los vientos mirando al sur
en la acordonada zona de los arrecifes
incapaz de trepar
por la erosionada cantera
de lo que no respira
y en el tintineo continuo de lago
de aves sedadas:
Cisnes de cuerda, patos flamencos y juncos encolados
con la lengua que precinta el papel de liar,
cada vez que te presiento
apoyado en la barandilla
de la cantina trece.
Sé que en esa ceremonia te recreas con el poema,
que cada trozo de árbol
donó su hoja para tus adentros.
fumando nubes que se perderán
en la oficina de los pájaros.
¿Qué ocurrió, o qué no debería haber sucedido?
Traes esta amistad de cedro
en una tarde de otoño, aroma de solo,
a página,
a tabaco.
A paz.
Y yo te pregunto con el ahogo por otro hombre.
¿Eres feliz?
Precioso poema, Llüisa. Reflejas como pocos poetas un universo lírico de ensueño. Felicidades por tan bonita creación. Besitos.
ResponderEliminarGracias Antonio por tus palabras.
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