Caldo de cultivo.
Fui una niña tímida,
me costaba articular
y la voz se apalancaba
como una rueda de coche
metida en un bache.
Aprendí a conversar
con la escritura.
Quizás el llanto
terminó demasiado pronto, con la primera muerte;
ahora, me cuesta expresar mis sentimientos
en la tergiversia.
Es más fácil tomar un lapicero,
unas hojas con anemia
y hacer la trasfusión.
Te pido disculpas
no soy mejor que nadie,
hubo un ayer de tenebrosas
que equivocada levantando mis manos
pensaba que eran estrellas.
No es cuestión de ser mejor que nadie,
para mí era un juego de feria,
una competición de campanas en una boda
porque mientras el viento tenga cara
y las amapolas sean labios
me entrego a ti por completo sin pausas.
Sólo me atrevo a mirarte a la cara
cuando lo hago a través del poema.
Recuerda, fui una niña tímida
donde los abrazos eran vistos como debilidad presupuestaria.
Desnuda
pero escrita.
No soy mejor que nadie.
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