Vicisitudes
Las cosas que no tienen nombre
deberían existir en el apartado
de los objetos perdidos.
Los tumores, la bilis, el oxígeno
revelado de la imagen
donde la vida no respira. Este callo
que afecta a la rotonda
que lleva esquivando mucho tiempo
los golpes.
El tórax que luce su espolón.
El olvido que te lima en los acuíferos
al no reconocer a la madre en su cuerpo.
Ni sentir el alivio obsceno de las sanguijuelas. Lucir un título,
burdo y necio, sentada en un instante de madera de chapa.
Dónde si nadie reclama su propiedad.
Mirarás (como el objeto perdido sin nombre
que eres) al poema de puntillas.
Y pensarás al sonar el timbre
que un dueño con su escritura vendrá a salvarte.
Vivir en la oficina.
Y no saber el precio de tu casa.
deberían existir en el apartado
de los objetos perdidos.
Los tumores, la bilis, el oxígeno
revelado de la imagen
donde la vida no respira. Este callo
que afecta a la rotonda
que lleva esquivando mucho tiempo
los golpes.
El tórax que luce su espolón.
El olvido que te lima en los acuíferos
al no reconocer a la madre en su cuerpo.
Ni sentir el alivio obsceno de las sanguijuelas. Lucir un título,
burdo y necio, sentada en un instante de madera de chapa.
Dónde si nadie reclama su propiedad.
Mirarás (como el objeto perdido sin nombre
que eres) al poema de puntillas.
Y pensarás al sonar el timbre
que un dueño con su escritura vendrá a salvarte.
Vivir en la oficina.
Y no saber el precio de tu casa.
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