Bitácora de Málaga. La verdad duele pero.

Estuve esperando indicios 
igual que el ala de este avión el remonte.

El pegaso tatuado
de un equilibrista.
De motor que no dejaba
escuchar el latido que cantaba:

-Ésto no es amor, ni se le parece.

Y me convertí, 
en la costumbre
de un amuleto cosido
a tu espalda, naciendo caracola,
con cada hilo que iba hilvanando costuras de arrecife.

De tu casa a la mía.

La descompresión en mi oídos,
vemos el aeropuerto.


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