Sin título.
Él me llamaba niña
y sus besos hojas
enverdecen
mientras las lágrimas
van diluyendo
el labio.
Y pienso en él
y miro la rosa de los vientos
que me regaló el día que nos conocimos.
Ahora llorando sin pretender
me acuerdo de la dulzura de su coraza
y los anhelos de que subiera
a su nave.
Lloro, porque tú sabes
que nuestro músculo
estaba engarzado al hueso
y nostálgica cuento con la mirada
el desembarco de mi decisión.
Me llamabas niña
y fuiste paciente conmigo
la ternura de un hombre hecho de mundos
que compartía
y abrazaba como nunca,
en esta embarcación que me aleja más de ti.
Qué sepas que me gustabas
y mi sacrificio ha sido correcto.
Tenías razón, no merezco la pena.
Antipoema.
y sus besos hojas
enverdecen
mientras las lágrimas
van diluyendo
el labio.
Y pienso en él
y miro la rosa de los vientos
que me regaló el día que nos conocimos.
Ahora llorando sin pretender
me acuerdo de la dulzura de su coraza
y los anhelos de que subiera
a su nave.
Lloro, porque tú sabes
que nuestro músculo
estaba engarzado al hueso
y nostálgica cuento con la mirada
el desembarco de mi decisión.
Me llamabas niña
y fuiste paciente conmigo
la ternura de un hombre hecho de mundos
que compartía
y abrazaba como nunca,
en esta embarcación que me aleja más de ti.
Qué sepas que me gustabas
y mi sacrificio ha sido correcto.
Tenías razón, no merezco la pena.
Antipoema.
Cuando los recuerdos se niegan a dar paso al olvido.
ResponderEliminarServiría como título pero parece un poco largo ¿verdad?
Un abrazo