La-vandera blanca.
He aprendido hablar contigo
con intermediarios,
a leer las persianas
en la medida de la actividad
consexualizada.
Esperando el relieve
de los corazones de las manzanas
al galope de las cebras,
un trino.
Y ahora que sigue el infantil istmo,
la letrina pretendiendo ser alfabeto
en comedores con nombre de granja,
en la casa de los sacos a cosa fals-illa.
Antes de que cambie la hora de tu móvil,
y tu cuerpo experimente
unas décimas de fiebre
en piscina olímpica
con la vacuna.
Sería oportuno
un día largo entre
y es-pad-astros.
No creéis?
Por los besos no dados,
Porque del juego
el s.a.-ver perder parece fácil.
Mientras en la pared
rebosan corazones
hasta-dos igual que ciervos
en taxidermia, con los ojos pozos
de la ingratitud superlativa
y proporcional a su aparato.
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