El orégano del monte.

La bipolaridad consiste
en que a veces me excedo en cocer demasiados macarrones,
o los ahogo en un pozo de salsa de tomate.

Y mientras tanto con el cambio de estratosferas,
e isobaras, una irremediablente
le pega la cagalera, perdón, trastornos gástricos.

Eso, ocurre
cuando topas en tu cocina, entre fogones,
una persona indigesta.

Y aunque hagas esfuerzos
por pintarle dalias,
y poner un gorro de fieltro vital
no hay quien le quite la lágrima
al arlequín y a su estampa.


Así que Margarita me voy con mi asno 
a otro museo,
(las payasas tenemos una rosa encima de nuestra napia)
platicaré de los tiempos de cocción,
los nombres de las pastas
y añadiré dos pizcas de sal
con extra de yodo.

Y me moriré de la risa.

Que es la mejor manera de olvidar lo pésimo.
Lo tóxico,
y las malas medidas culinarias.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de "Hasta dónde el daño" de Fer Gutiérrez

Reseña "Piscina del Oeste" de Ágata Navalón

Reseña "Pústulas" by Raúl Ariza