La manzana sin gusano. (Impresión desde Alemania)
I
Los cantos no cesan
en las alcayatas de la arboleda.
El café no preparado por mi madre
sabe a leche,
y en cada villa tropezada
por instintos; levito en la ortodoxa atmósfera
de una genética
que ignora chillar.
II
Los papeles en el suelo
no cuentan historias
y las personas de sombreros metálicos
sonríen
cuando saludo en castellano por los abrevaderos
en que quisiera estar piedra bajo el arrojo que fluye.
¿Dónde están las bolsas de plástico?
Sí, en carencia dinástica
no hay en los supermercados
ni un frasco torcido,
ni el cabello sin peine,
ni del tallo la flor
y de tanta perfección
hasta la temeridad se ha fugado del penal
de turístico devaneo.
Los cantos no cesan
en las alcayatas de la arboleda.
El café no preparado por mi madre
sabe a leche,
y en cada villa tropezada
por instintos; levito en la ortodoxa atmósfera
de una genética
que ignora chillar.
II
Los papeles en el suelo
no cuentan historias
y las personas de sombreros metálicos
sonríen
cuando saludo en castellano por los abrevaderos
en que quisiera estar piedra bajo el arrojo que fluye.
¿Dónde están las bolsas de plástico?
Sí, en carencia dinástica
no hay en los supermercados
ni un frasco torcido,
ni el cabello sin peine,
ni del tallo la flor
y de tanta perfección
hasta la temeridad se ha fugado del penal
de turístico devaneo.
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