Lección sin aula.
Cuenta los amigos con los dedos de una mano,
me dijo, aquel buen samaritano, cuando ya había perdido,
las falanges de un portazo.
Mi madre (Cuánta razón tienen las madres)
y aún así
a
t g
s i
e r
u a
me c r la funda nórdica
al lavarla, y nunca me repongo
de la sed per d i d a.
Ella,
en su experiencia de Titán
hace de cayena
y la verdad, que una al escuchar
los consejos
abre
c
u
n
e
t
a
s de aguas s
u
c
i
a
s.
Ay, me avisó y no le hice caso.
Ahora, en-tiendo la humedad
a experiencias del s i l e n c i o.
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