Punto de mira, punto de partida.

Cuando llegaba el pantano me comía toda,
era la viscosidad hecha pensamiento,
me absorbía en su gelatina de hígado regurgitado;
y ya no podía reaccionar.

Abandonada a su limo,
que rasuraba mis cables
con la conexión  de la bala hipotálamo al chasquido de los dedos.

Inquieta.

O paralizada.

Rampa.

O pendiente.

Sacaba mi Avtomat Kalashnikova
y emprendía despedidas

sin compasión, 
hasta que en mi corazón
no hubiese un familiar, una amistad,
una casa, un recuerdo, un regalo de cumpleaños,
un pañuelo, una mullida cama, muleta, cisne de goma,
coooooooooo
ooooooooooo
ooooooooooo
ooooooooooo
ooooooooooo
ooooooooooo
ooooooooooo
ooooooooooo
ooooooooooo
ooooooooooo
oooooooooon

vida.

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