Colisión en cadena.

I

Recuerdo la primera vez
que recité en público (Villareal),
un alarido de parturienta
ante un foro sentado sobre cerillas.

Tal vez haya logrado
lo que unos no pueden,
y ven la meta suspendida
por un antifaz,
kilómetro rodilla abajo.

II

Quisiera que esta quimera
de tener,
lo que quizá el fontanero sostiene en su llave
cierre tuerca alguna
de esperanza fluida.

No pretendo que el Acueducto de Segovia
tenga puertas,
ni siquiera que nazcan árboles
en los estadios olímpicos
sobre sus verdes abonados.

Sólo, esta incertidumbre
de espirales en cuadernos,
niños que lanzan aviones
en papeles,
campo a través de ser ellos mismos;
el pasajero.

Llenar la amapola
y ser alada mariposa poliedro
cada vez que me siento
en la taza del inodoro
y orino poesía.

Sabes, qué es estar
en medio de la autopista.

Y que los coches crucen
peinando el dobladillo de tu falda.

Sabes, qué es esa doblez
de billete de cinco euros escondido.

Ser una alimaña
esperando el camión de siete candelabros
y que me destroce toda
entre guijarros
y un gato solo,
como persona sin familia.

Faro sembrado en medio de la circunvalación
y ambulancias parpadeando en la duda,
si recogen un cadáver 
o dos.

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