Pastilla de freno

Deja que este cántaro 

se llene agua. No me hagas vivir 

con esta tortura de ambigüedad.

Velódromo.

Flecha.

-Voy al puerto enloquecida, con

el olor a jabón de ortiga 

de tu piel.

-Lo que me ha llegado

a mis oídos...

No avisto la embarcación.

Y mi beso golondrina 

se conforma con el alimento divino 

de tu lado.

No insistas en desmontar cada hueso.

En verter un amor inexistente.

Voy.

Enloquecida.

Y los caballos tienen sed.

Yo me conformo con el cielo que tu silueta esconde.

No continúes esta cruzada de canción de los ochenta.

Yo entrego el abrazo,

sin precio, para dar a cambio de nada: este

oficio de marinero.

Deja que esta acequia sea amada.

Libérame de tu sadomasoquista

estrategia.

Me voy sola hacia la casa.

Con el olor en mis manos de tu jabón silvestre.

Tú no sabes que ya no te pertenezco.

Y purgo mi silencio con vidrieras 

de color aceituna.

"Deja que sea feliz".





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