Nariz roja

El domingo por la tarde es el peor,

pues, se viste de plástico

y te rodea como una manguera de jardinería.

Intento sobrellevarlo

lo mejor que sé. Pero, se troca en un espejo

y retrata todo aquello que duele.

Qué alguien deje de quererte 

así por las buenas. A los que tenemos

el ego de un paquidermo jode bastante.

Pero... ahí estoy, rodeada de celulosa, 

de film de cocina, en una de mis mortificaciones favoritas.

Ahora que ha pasado cierto sol y lluvia.

He llegado a la conclusión

de haber sido víctima de un florero.

Sí, un bulbo.

Un affaire de domingo de sobremesa

que mira y controla 

todos los aviones del cielo.

Lo más temible. La ansiedad

que hace que mi cuerpo sea una cárcel

en una película de Stallone o Van Damme.

El síndrome de abstinencia.

Menos mal que mañana es lunes.

Y será un día menos para darme cuenta

que la nariz roja 

que has colocado se puede quitar

con una pasmosa facilidad.

Se quita el moho.

Y la herrumbre.

Y el Covid.

No podré dejar de ser tu clown.




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