La verdad es muy importante

Menos mal que existe la tristeza 

para cocinar fetuccini.

Y aderezar la receta con mi corazón rallado.

Coco lleno de motes

y vacío de focos halógenos.

Qué oscuridad en tu falsedad

de anillo de feria.

Estrangula el reloj 

en una catarata de minutos,

que caen, sí, caen, caen, caen 

hasta un lugar acuático.

No hay turistas. La soledad 

posee este privilegio.

Pero hay dolor, un soporífero

aguijón que te perfora 

la semana. En un chorro

de impertinencia.

Hasta la cuneta.

Y mi barca flotando entre caimanes.













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