"Amandamiento"

Lo saben las coníferas...

Amar a una poeta no es tarea fácil.
Pues, el ego rompe los marcos de las puertas.
Amar a una poeta
es divinamente complicado
mientras se quema el perol,
ella está salvando al mundo 
dentro de tus ojos.
Amar a una poeta
es tener la tarde compartida.
La inspiración como amante.
Noches en vela y madrugar frente a un café solo.
Amar a una poeta,
qué dificultad más evidente.
Los libros campan por la habitación
como insolentes cobras
y por un recital es capaz de llover
hasta el fin del mundo.
En cambio, los pequeños quehaceres abruman
y cruzar la calle te deshace
como a una cuerda maltrecha.
Amar a una poeta cansa tanto...
Con canales de televisión restringidos
y encuentros por Instagram
mientras esperas en la cocina.

Lo reconozco. Una poeta
vive a pleno rendimiento.
Kamikaze.
Obscena e inoportuna.
Aunque diré algo que quizás no rime.
Porque quien haya amado
a una poeta 
podrá decir con la bocachancla:

-Yo tuve la suerte de amar a la poesía.

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