La mirada de Audre Lorde
Cuando terminas de leer a una autora como Audre Lorde, te preguntas cuál hubiera sido su destino poético y cuántos poemas se quedaron mudos por culpa de su marcha temprana*. Reflexionas que descubrir otras voces y otras maneras de enfrentarse al mundo son un manjar para los ojos y sobre todo para el pensamiento.
Audre, gracias a la maravillosa
traducción e introducción de Jimena Jiménez Real, evoca a través de su poesía
un mundo de hermandad salpicado por la represión, la traumática herencia
familiar y una febril sensualidad exaltada que en este caso es desbordante la naturalidad en la expresión de su identidad a nivel personal y artístico.
La represión empieza en los mismos prejuicios de su comunidad, con las costumbres incapaces de ser alteradas, con la violencia discriminatoria hacia la infancia y las mujeres. Cada vez que ocurre un asesinato, una violación, una injusticia, Audre a través de un lenguaje onírico retrata cada episodio en un acto de proclamación para evidenciar las cadenas que aún sufría su pueblo afroamericano. El poema de la liberación de París donde su lágrima no tiene tierra, con su tono profético Audre demuestra una oratoria valiente, plagada de misticismo, de magia y de imágenes que alternan la carne con el destierro racial. Unifica la condición de la mujer negra (todas somos hermanas, hijas, madres...) en este poemario universal, porque cualquier etnia o pueblo masacrado al margen de la ley posee su propio unicornio negro.
Imágenes bellísimas, una poesía que taquigrafía el dolor, un dolor de herida ante los hechos históricos gracias a un bagaje cultural y literario extraordinario, la anunciación del ángel de la muerte, la sexualidad mostrada como el color de la piel discordante en un libro “El unicornio negro” que debe ser leído para comprender mejor a la humanidad y admirar sus versos afilados de realidad.
*Con 58 años, en el año 1992, falleció de cáncer de mama.
https://www.torremozas.com/audre-lorde
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