Tempus fugit

Nos vamos haciendo mayores.
Y no disponemos de tiempo.
Demasiados coches en doble fila
antes de llegar al saludo.
Palabras saltando obstáculos.
Y piedras que van llenando
nuestras bolsas de un tiempo
que los ojos jamás retienen.
El teléfono comunica.
Las cartas no están de moda.
Y las vías se separan como pieles
incendiarias. Por eso animo
al enemigo del espejo
a decir los adjetivos que hacen cola
en los supermercados.
Y abrazar a la madreselva, a la humanidad.
Y ser libre ante la incoherencia
del estrés, de los barbitúricos.
Del deceso.
De esta tristeza púa que perfora,
en la noche de las costillas reas,
al corazón.
Vive, ríe, perdona.
Y nos convierte
en erizos de espinas.

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