Fausto

Un perro merodea nuestra casa
con su tez de grafito.
Y su boca llena de anzuelos.
Araña el portal.
Hasta trepar con su dentadura
al epicentro para roer el vocablo.
No le tengo miedo.
He visto innumerables veces
dicho monstruo fagocitar
a la fe colgada del pomo.
Que no teme a la hoguera
de los hombres del porche.
Ni a la coz de la mesa.
Ni la sal derramada por el fregadero.
Un perro sádico
de corazón negro
que guía al amo a la autodestrucción
más contemplativa.
Toma el hueso roto de mi muro.
Rompeolas nuez
de eslora.
El perro mira
al cuervo malaquita
que reposa en la ventana.

"No tengo miedo de ti,
abominable mancha con hocico"
El pájaro vence contra todo pronóstico.
Vence.

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