OBOE DREAMS

De qué sirve
sin manos
un tambor.

El silencio
sin música.

Para nada.

  II


Equivoco el sentido de la prendas
y me visto con la ropa interior al revés,
el pantalón al revés,
el pijama al revés (eso me gusta),
en un intento deliberado
de escapar de las costuras,
pequeñas uñas de gato
que han llegado hasta el tuétano.

Los maleficios existen.

III

He limpiado la plata,
he recogido las mechas de plata,
he sido por ti, la gata de plata.

Cuándo dejarás de dormir conmigo
sin ni siquiera poder tocarte.

IV

Amor, sí, aunque te dé rabia,
amor,
amor, amor,
amor, amor, amor,
eso era lo que cantaba el centrifugado de mi lavadora.

Extraño
vaivén
de ropas lanchas
y la lavativa de mis palabras.

V

Yo,
en un alter ego de aburrimiento ilustrado.

Te añoro.

Besos: caras
que huelen a ti.

VI

Si pudiera cortarme los pies
y mandarlos con sobres,
verías que no hay ni un paso mío
que no te haya venerado.

Lo dice la serpiente
que un día fue ciempiés.

Lo dice mi boca,
jarrón con lengua-planta
y mi pena.

VII

Me lo temía.

Si digo te amo.

Es en serio.

Y escribo poemas
en los envoltorios 
de los chicles.

Buscando la esencia mentada.

Cuántas ceremonias de tisanas
habrán mascado
otros cuerpos.

VIII

Sé que en unos años
habrá pasado todo.

En la nada
de los objetos.

Sólo quede un pedazo de piedra,
la misma que se coló en tu zapato.

Ya estoy convencida
que sin tropiezos
la cosas son insípidas.

Por eso he puesto
al reloj
un salero.

Quiero
ver el sabor

sin olvido,
porque no mereces
tal mental destierro.

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