Penitenciario
La sombra decrece con la puesta de sol.
Sombra del hervor
al gris por la falta de agua en el pantano,
por los excesos del fuego en la sierra.
Ojos de plato de loza
como lunas cuajadas rondando
el damero de la luz que ávida
cruza a la hora que le da la gana.
Siguen los zumbidos.
Los campanarios dentro de mi pecho
en atolondrados ritmos
por la pena de esta cárcel
que supone el abrazo de aquellos
que más amamos en la única cobertura
del destino inválido.
Cerrar los ojos.
Respirar profundo.
Y bucear dentro de este vaso
hasta que de nuevo la sombra amanezca.
Crece la sombra hasta que todo es sombra. Aunque la luz de la poesía, a veces, la ilumina. Un abrazo.
ResponderEliminarBendita luz. Gracias Julio.
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