Cosas de trenes-Cosas de trenas
Aquella mirada, de pueblo construido sin estación, desconoce la primavera
y parece un fotograma desesperado
de un rollo de film de los setenta.
Un pueblo que se parece a los ojos
de algunas personas, aguardando la brizna,
el letal brinco, un puente de agua
sobre el arco de piedra.
De casas que nacieron sin puertas
y padres que malviven bajo la losa ingrávida
de un mármol.
Poblaciones que subsisten sometidas
a la tiranía de la alta velocidad,
con el pájaro arqueando la meseta.
El amor silencioso de los que esperan un milagro,
el milagro de que broten hojas
de esta lesión de costilla.
Aldea de ropa metida en un barreño,
de poses de perros ladrando
a los vagones luna.
De esta inquietud que ronronea por la tierra
cuando es bordada por el runrún de la tecnología.
Si con una palmada se abriera el cauce.
Si los bancos de la avenida dieran cobijo
al amor floreciente del hueso.
Sería tu primera huésped: Odalisca de Chamartín.
La pasajera. La maleta vestida de palabras,
pero detener este tren
y hacer molino de harina de tu boca
es un pueblo que vive de espaldas a la vida.
Lluïsa Lladó.
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