Condroma Rotular
Cuando la rótula se fisura
una empieza de cero el viaje.
Te conviertes en un poso de algo,
algo indeterminado que cruje y adolece.
Las escaleras son maldiciones
y una simple grava retuerce todo el sistema ecuatorial
de tus tripas y vértebras y sonrisa.
Aprendes que las olas no serán perseguidas por tus piernas
y hasta agradeces que el dolor se vuelva una amistad melosa,
hacienda de ungüento y de libros,
que no precisa sortear una carrera de obstáculos.
Un tacón te pasará recibo.
Y las muletas: espías pérfidas
por la ranura del armario.
Tú tienes suerte. Aprendiste a caminar, a pesar
de esta iguana que te muerde la carne.
A pesar de esta mochila de piedras
A pesar de ser un jarrón sin marca.
Contra todo pronóstico.
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