Maldad no es lo mismo que dad.
Esta taquicardia de pez áncora
lleva toda la tarde a martillazo limpio
rompiendo la pared costillar.
He tomado valeriana y en el sofá
me he cubierto con una colcha
para ver si el quejoso
permanecía mudo
de una vez
por todas.
Llevo muchos segundos
con este hipo ventricular,
con respiraciones profundas,
con el latido en canteras.
Una tarde de ansiedad
y grillos en los oídos
que han exigido un silencio.
Un silencio ante tanta desaprobación.
De estupideces dichas al ventilador
un quince de agosto.
Sí, la maldad existe.
Y estoy harta de que mi corazón sufra
por tanto bacalao en migas.
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