Guiso silencioso

Cortas las hortalizas.

Eliges el cuchillo correspondiente.

Fríes los ajos en láminas.

El agua salpica.

A este corazón enjaulado

que detiene la palabra.

Y que late sílabas del desconcierto.


Lavas con delicadeza los tubérculos.

Enciendes el gas con precaución.

Y limpias con una bayeta

las mondaduras.


Este corazón hipotenso 

que guarece el abrazo de la asfixia, 

que lanzaría la vajilla al aire 

y se volvería jauría de especias.


Miro tu parafernalia culinaria.

Trago mi saliva.

Oculto la verdad.

Y señalo el salero como un náufrago

que ha descubierto

una isla.


Corazón enjaulado:

-Cállate.

Y come el amor que él ha preparado

en vasija y destierro.



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