Braquiterapia
He pedido un abrazo a un árbol
y me he quedado noray.
Cómo puede un tronco abrazarte?
Si sus ramas son clavos de olor
y su piel que invita
al vino a la embriaguez
se deshace entre los dedos.
Niebla de madera que no ejerce de mueble.
Con la pulcritud cruel
de un reloj que no tiene agujas
y parece un accidente frente a los faros
de un coche.
Te he pedido un abrazo.
Y he sentido el puñal.
La tuerca perniciosa.
El alambre de la colmena.
Y atravesada por la carcoma juez.
He bajado veloz la escalinata.
Para abrazarme con el gesto
de una niña sorda frente al mar.
He lamido la afrenta
que borbotaba cianuro.
Hasta quedar dormida
con el único consuelo
de los que fuimos abandonados
en nuestras fosas.
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