Lunacuaces
Esta luna de lustre, me recuerda
a la infancia de los platos de loza.
Fuentes de gachas con sobras sumergidas
en la leche de pueblo.
Mi abuela mojaba el pan
y adornaba con la timidez del azúcar y de la canela.
Un manjar que nadaba en mi estómago
y que recupero, de vez en cuando, en mi memoria.
Me pregunto, cuál es la fórmula
para hacer que esta visión
me haya traído la imagen de las sopitas dulces.
Tal vez, la belleza de la brevedad.
Del que amó y fue amado.
Y necesita el rescoldo de lo que un día
cuidó de ti, con la sencillez blanca y negra.
En la debilidad,
que imagino en este firmamento
y forma parte de un abrazo.
Me veo niña.
sorbiendo la pena
de lo que ya no nos pertenece
y la luna lo sabe.
¡Cuánto sabe la luna! Y tú, poeta ¡cuánto intuyes!
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