Migraña

Este dolor que estruja el seso,

qué me deja tuerta de palabra.

Como un tornillo que se adhiere

a la tabla con espanto.

La luz atravesando el océano de la pupila.

Pierdo la visión durante minutos.

El aura de los ángeles

viendo entre tinieblas

un mundo gemelar y dantesco.

Se agudiza el caos, pero, esta dolencia crónica

lo que contabiliza 

es tener la paciencia de un perro 

bajo la mesa de un restaurante

para atrapar alguna vianda.

Entonces, me quedo descolocada

en una incapacidad

vectorial.

Bloqueo de salud.

Engendro de genética haciendo estragos.

Dolor. Y no tengo receta.

Mucho dolor.

Demasiado dolor.

La oscuridad. El silencio.

La ira del muerto.

Migraña ave zancuda.



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