La verdad es una gran noticia
Estoy cansada de bordear el camino,
de los lances entre los escollos.
Equilibrio de acera viendo los camiones
romper la barrera del día
con mi cuerpo compás
y el estruendo colmo
bombardeando mis oídos.
Se siente una, tan frágil
paralela a esos artefactos de ruedas gigantes,
que es inevitable un tembleque
de órganos.
El corazón se acelera y los pulmones
pareces dos paneles publicitarios
que aletean las rasantes automovilísticas.
Recupero un miedo infantil
cuando soñaba que mi madre me abandonaba
en el arcén. Con un vértigo de carretera
y la sensación de una estación de servicio sin gasolina.
Cada mañana recorro la lengua
de un lobo sin cabeza.
Y miro brújula los pasos.
Y cruzo atenta como una liebre en el cemento.
Y vuelvo a revivir la acidez del que
no se mueve para no ser atropeLlado.
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