Ventisca

El amor no debería producir miedo.
Si en alguna ocasión te provoca
ese malestar. Lo mejor, es salir
por los caminos sin puertas.
Un pájaro de cartón
dentro del tórax
que impide distinguir
la cicuta de los ojos,
el desprecio vestido de gotelé
de lo que realmente te ama.
Porque lo que provoca herida
de montaña con rostro de entuertos
no desempeña el papel del amor.
Conoces, muy bien, el miedo
que se pegó a ti, en tus vísceras,
en la etiqueta de tu piel,
en tu rellano de casa.
Tú, no quieres la nieve en los pasillos.
Ya conviviste con el lobo de la mentira.
Y rezar no basta.

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