La razón.

Una huella en la luna.

Así es el eslabón,
la partícula pupilar de los ojos
formando una molécula hermana
de arenales con un único genoma.

El hueso lanzado
a la estratosfera
para regresar la nave espacial.

Regaré el árbol
que de la tierra pertenece,
peinaré mis cabellos
que en otra estación
fueron búho o lentisco.

Tu uña está en mi mano
y mi corazón late en una niña
que va a la escuela en Irlanda.

En la conjugación absoluta
que nacimos del mismo tronco
y las hojas son esas pequeñas acciones
que nos ayudarán a salvar el planeta.

Cómo un edredón de plumas
de todas las aves del parque.
Esta orquesta
de sonido de campana
de madre parturienta
que en un dragón evolutivo
parió a las constelaciones.
La creencia que
no somos más que estrellas
en suspensión mundana, conscientes
esperando la hora de la energía
con su traje de lentejuelas.

Con una casa muy grande.
Y ventanas
mirando al paisaje de nuestros adentros.

Tan fácil como un vaso de agua
y no desperdiciar ni una gota
porque hay sed, miedos y necesidad.

Y una gota es una semilla
y alberga vida.

Porque el amor consiste
en dejar fluir
y admitir que no somos más que un eco.

En estado de acciones recurrentes
de paz.

Namasté.

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