Caña y limo
En este barro de playa he escrito tu nombre.
Igual que un niño amarrado a su cordón umbilical
escuchando el paso gacela de la esperanza.
Yo creía que el azul de un día soleado
podía guarecer al hogar de la tormenta.
He observado la arenisca con ojos de odio
en un embudo que te retrae hacia ese eco imposible.
El amor tiene alcayatas y paredes
que te crucifican en la pared que honra a la cama.
Como un ángel dormido en su vigilia
haciendo cuerdas de las entrañas para ahorcar un deseo.
La precocidad de los pájaros
que intuyen la primera nube de otoño.
La madurez de las ramas con la vida
en círculo para aquellos que vemos
la escalinata donde nuestro corazón tropieza.
Tengo tanto amor en este pliegue.
Tanto amor que me fue prohibido.
Que las sierpes se pintan las uñas
para festejar la expulsión del paraíso.
Ahora que plena de conocimiento
sé de guerras y de ignominia.
De niños saqueados en la dictadura.
De juicios con piedras.
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